Un Superman más humano: James Gunn revive al héroe sin necesidad de oscuridad

La nueva versión del Hombre de Acero se anima a bajar a la Tierra con sensibilidad, humor y sin enroscarse en universos paralelos

La nueva versión del Hombre de Acero se anima a bajar a la Tierra con sensibilidad, humor y sin enroscarse en universos paralelos (Warner Bros Pictures)

Hay algo que se agradece apenas empieza Superman (2025): la sensación de que, esta vez, no vamos a tener que estudiar un multiverso para entender qué está pasando.
James Gunn logra armar una película que encuentra el equilibrio justo entre el espectáculo y la emoción. Sin complicar la trama, logra que el personaje más clásico del cómic vuelva a tener sentido hoy. Lo primero que llama la atención es el nuevo Superman. David Corenswet no busca romper moldes, pero le encuentra una humanidad que hacía tiempo el personaje no tenía.

Tiene algo del aire de Christopher Reeve, y por momentos hasta nos recuerda muchio el personaje al piloto argentino Franco Colapinto por su gran parecido físico. Este un Superman que duda, que confía, que se equivoca. Y esa vulnerabilidad es lo que lo acerca más al espectador que cualquier efecto especial.

James Gunn logra armar una película que encuentra el equilibrio justo entre el espectáculo y la emoción. (Warner Bros Pictures)
La película no arranca desde cero con la historia del planeta Krypton, sino que opta por un resumen ágil que nos mete rápido en el presente. Clark Kent aparece ya siendo Superman, pero no en su mejor momento. Derrotado, herido y recomponiéndose gracias a la ayuda de unos robots y su perro Krypto (sí, un perro blanco que viene del espacio). Y aunque esa escena en la que Ultraman golpea al perro quedó afuera del corte final, se sabe que existió y que fue una decisión consciente no incluirla pero que quizás próximamente lancen una versión extendida donde sí incluya a la escena eliminada.


El guion no necesita grandes vueltas para explicar quién es quién. La construcción de personajes está bien trabajada y el humor no interrumpe, sino que acompaña. Aparecen varios enemigos: un Lex Luthor interpretado con soltura por Nicholas Hoult, una villana venezolana que tira frases en español, y un monstruo que lanza fuego como si saliera de una película japonesa. También hay espacio para aliados pero no vamos a spoilerar nada.
Gunn tiene experiencia en manejar grupos de personajes (ya lo hizo con Guardianes de la Galaxia), y acá vuelve a demostrarlo. Hay muchos nombres, muchos poderes y muchas subtramas, pero nada se le va de las manos. Incluso hay guiños a temas actuales: las fake news, los bots, los debates sobre si Superman es un héroe o una amenaza. Todo eso está, pero sin subrayados innecesarios. Lo que también sorprende es el tono. Lejos del dramatismo oscuro de Zack Snyder, esta nueva versión apuesta a la luz, tanto literal como simbólicamente. Hay emoción, pero sin golpes bajos. Hay nostalgia, con referencias musicales de John Williams. Es una película que, en vez de querer reinventar todo, se detiene en lo que importa: hacer bien lo básico.

Buena

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