La actriz británica recuerda la película que marcó su carrera y cambió su vida para siempre
La cinta llegó a los cines en 1997 y se convirtió en un verdadero fenómeno global (Fox).
A más de dos décadas del estreno de Titanic, Kate Winslet sigue mirando hacia atrás con una mezcla de gratitud y vergüenza. La actriz reconoce que el film de James Cameron cambió su vida, aunque asegura que muchas de sus escenas le resultan difíciles de volver a ver. La cinta llegó a los cines en 1997 y se convirtió en un verdadero fenómeno global. Fue la producción que lanzó al estrellato a Leonardo DiCaprio y a Winslet, que entonces tenía apenas 21 años. El público se fascinó con la historia de Jack y Rose, una pareja que nació en un barco destinado a la tragedia.
El impacto de la película no solo se midió en taquilla. Titanic ganó once premios Oscar y consolidó a James Cameron como uno de los directores más influyentes de Hollywood. Sin embargo, para Winslet el recuerdo del rodaje no siempre es tan brillante.
La actriz contó en entrevistas que cada vez que se ve en pantalla siente incomodidad. Ha admitido que detesta escuchar su acento estadounidense en la película y que hay escenas que preferiría rehacer. Esa mirada crítica sobre su propio trabajo contrasta con el fervor de los fans, que hasta hoy mantienen viva la película como una de las historias de amor más recordadas.
Kate Winslet sigue mirando hacia atrás y asegura que muchas de sus escenas le resultan difíciles de volver a ver (Fox).
El rodaje fue duro. Hubo jornadas interminables, agua helada, y un nivel de presión que pocas actrices de esa edad hubieran soportado. A eso se sumó el asedio de la prensa, que opinaba sobre su aspecto físico y sobre su vida privada sin descanso. Para Kate, la película fue una plataforma enorme pero también una carga mediática.
Después de Titanic, Winslet eligió un camino diferente. Apostó por proyectos de cine independiente y papeles que la mostraron en registros distintos. Se la vio en ¡Olvídate de mí!, donde interpretó un personaje excéntrico y vulnerable, o en Descubriendo Nunca Jamás, junto a Johnny Depp.
El reconocimiento definitivo le llegó en 2009, cuando ganó el Oscar por The Reader (El lector). Ese premio la consagró como una actriz que iba mucho más allá de ser "la chica de Titanic". Winslet demostraba que podía llevar en sus hombros papeles dramáticos intensos y complejos.
También brilló en televisión. Su papel en Mare of Easttown, donde encarnó a una detective marcada por el dolor, fue aplaudido como uno de los trabajos más sólidos de su carrera. En esa serie mostró crudeza, humanidad y la valentía de no maquillarse frente a la cámara, algo poco común en la industria.
Con el paso del tiempo, la relación con James Cameron cambió. Tras Titanic, ella aseguraba que no quería volver a trabajar con él. El rodaje había sido demasiado exigente. Pero los años curaron viejas tensiones y finalmente volvieron a reunirse en Avatar: El sentido del agua, estrenada en 2022. En ese proyecto, Winslet llegó a batir un récord: aguantó más de siete minutos bajo el agua mientras filmaba una escena. Fue un símbolo de su disciplina y también una forma de reconciliarse con un director con el que había tenido diferencias en el pasado.
El caso de Winslet refleja un fenómeno curioso. Muchos actores sienten incomodidad con los papeles que el público más ama. Ella no es la única: Daniel Radcliffe habló muchas veces de sus choques con Harry Potter, y Nicole Kidman confesó que no guarda cariño por su papel en Australia. En el caso de Kate, la contradicción entre el éxito y la incomodidad personal se hizo evidente con Titanic.
Hoy, Kate Winslet es vista como una de las actrices más respetadas de su generación. Su carrera muestra un recorrido que va desde un romance masivo hasta dramas íntimos y series televisivas premiadas. Pero el fantasma de Titanic la acompaña en cada paso, con la contradicción de ser, al mismo tiempo, su gran impulso y su mayor incomodidad.

A más de dos décadas del estreno de Titanic, Kate Winslet sigue mirando hacia atrás con una mezcla de gratitud y vergüenza. La actriz reconoce que el film de James Cameron cambió su vida, aunque asegura que muchas de sus escenas le resultan difíciles de volver a ver. La cinta llegó a los cines en 1997 y se convirtió en un verdadero fenómeno global. Fue la producción que lanzó al estrellato a Leonardo DiCaprio y a Winslet, que entonces tenía apenas 21 años. El público se fascinó con la historia de Jack y Rose, una pareja que nació en un barco destinado a la tragedia.
El impacto de la película no solo se midió en taquilla. Titanic ganó once premios Oscar y consolidó a James Cameron como uno de los directores más influyentes de Hollywood. Sin embargo, para Winslet el recuerdo del rodaje no siempre es tan brillante.
La actriz contó en entrevistas que cada vez que se ve en pantalla siente incomodidad. Ha admitido que detesta escuchar su acento estadounidense en la película y que hay escenas que preferiría rehacer. Esa mirada crítica sobre su propio trabajo contrasta con el fervor de los fans, que hasta hoy mantienen viva la película como una de las historias de amor más recordadas.

Después de Titanic, Winslet eligió un camino diferente. Apostó por proyectos de cine independiente y papeles que la mostraron en registros distintos. Se la vio en ¡Olvídate de mí!, donde interpretó un personaje excéntrico y vulnerable, o en Descubriendo Nunca Jamás, junto a Johnny Depp.
El reconocimiento definitivo le llegó en 2009, cuando ganó el Oscar por The Reader (El lector). Ese premio la consagró como una actriz que iba mucho más allá de ser "la chica de Titanic". Winslet demostraba que podía llevar en sus hombros papeles dramáticos intensos y complejos.
También brilló en televisión. Su papel en Mare of Easttown, donde encarnó a una detective marcada por el dolor, fue aplaudido como uno de los trabajos más sólidos de su carrera. En esa serie mostró crudeza, humanidad y la valentía de no maquillarse frente a la cámara, algo poco común en la industria.
Con el paso del tiempo, la relación con James Cameron cambió. Tras Titanic, ella aseguraba que no quería volver a trabajar con él. El rodaje había sido demasiado exigente. Pero los años curaron viejas tensiones y finalmente volvieron a reunirse en Avatar: El sentido del agua, estrenada en 2022. En ese proyecto, Winslet llegó a batir un récord: aguantó más de siete minutos bajo el agua mientras filmaba una escena. Fue un símbolo de su disciplina y también una forma de reconciliarse con un director con el que había tenido diferencias en el pasado.
El caso de Winslet refleja un fenómeno curioso. Muchos actores sienten incomodidad con los papeles que el público más ama. Ella no es la única: Daniel Radcliffe habló muchas veces de sus choques con Harry Potter, y Nicole Kidman confesó que no guarda cariño por su papel en Australia. En el caso de Kate, la contradicción entre el éxito y la incomodidad personal se hizo evidente con Titanic.
Hoy, Kate Winslet es vista como una de las actrices más respetadas de su generación. Su carrera muestra un recorrido que va desde un romance masivo hasta dramas íntimos y series televisivas premiadas. Pero el fantasma de Titanic la acompaña en cada paso, con la contradicción de ser, al mismo tiempo, su gran impulso y su mayor incomodidad.